viernes, 19 de julio de 2013

UNA POSIBILIDAD...

He aquí diversas posibilidades de formalización de la intervención según los criterios arquitectónicos y paisajísticos contenidos en las conclusiones del Estudio de Impacto del Proyecto Canalejas.





En estas modelizaciones, desde la más atrevida a la más conservadora, podemos comprobar que no sería necesario modificar los niveles de protección que merecen dos de los edificios más notables y afectados por el actual plan de intervención.
Tanto en el edificio de La Equitativa de José Grases Riera, como el del Banco Hispanoamericano de Eduardo Adaro se propone mantener el grado de protección que garantizaban los expedientes BIC ahora anulados, e incluso la posibilidad de devolver el edificio de La Equitativa a sus proporciones originales hoy alteradas por el recrecido de la última planta.
Se propone concentrar el exceso de edificabilidad, sin afectar a los dos edificios más valiosos y conformando volúmenes edificados en altura sobre los edificios secundarios del conjunto histórico. Se trata de que la composición resultante establezca, con sus remates escultóricos, un diálogo con esas otras torres que la historia de la calle de Alcalá nos ha legado como son la del Círculo de Bellas Artes de Antonio Palacios o la del Edificio de la Unión y el Fénix contiguo a la iglesia de las Calatravas obra de Modesto López Otero y Miguel de los Santos.

ESTUDIO DE IMPACTO DEL PROYECTO CANALEJAS

DE AQUELLO QUE PODEMOS PERDER...


LA MANZANA DE LA DISCORDIA
(MADRID NO ES LAS VEGAS)
 
"A caballo regalado, no le mires el dentado"  

Aún a riesgo de contravenir los dispuesto en el refrán popular, muchos madrileños todavía no alcanzamos a encontrar el criterio de medición adecuado para tasar la valía del legado que entre el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y una empresa privada nos quieren dejar a perpetuidad a los ciudadanos de Madrid con la operación en la manzana de la plaza de Canalejas.

Veamos en qué consiste tal ganga;

La propuesta

Nos dicen que prometen “entre 3000 y 5000 puestos de trabajo entre fijos y temporales…

Aunque el confuso y oscilante dato de los empleos a generar no omite de la contabilidad el número de empleos temporales que promete ni los cuantifica, es todo un indicador de la calidad del empleo buscada en esta operación y, aún más, de la naturaleza de la operación en sí misma. 

En cualquier caso los mismos empleos se podrían generar tanto para restaurar los frescos de la capilla Sixtina como para arrancar los de San Baudelio de Berlanga, por lo que el usar su cuantía como medida para valorar la categoría del legado que se nos propone es del todo improcedente.

…Y un complejo con hotel de cinco estrellas, viviendas, centro comercial, y aparcamiento con el que se pretende revitalizar la zona”

Veamos de qué forma:

Según la nota de prensa del Ayuntamiento de Madrid:

"Los actuales inmuebles conformarán un único edificio de usos múltiples, lo que permite integrar dichos usos en un plano horizontal continuo, frente a la actual configuración independiente de las edificaciones"

Según declaraciones de uno de los arquitectos encargados del nuevo proyecto de intervención:

"La idea es que los siete edificios se conviertan en uno solo. Y eso en una rehabilitación es algo difícil de resolver. Queremos hacer el hotel más lujoso de España. Pero no vamos a hacer ninguna barbaridad"

Según lo que reza en la página electrónica del equipo encargado de la redacción del proyecto:

"Centro Canalejas Madrid es un conjunto de siete edificios de principios y mediados del siglo XX de gran valor arquitectónico e histórico que van a ser unidos y reformados para albergar un programa de uso mixto con distribución horizontal en las diferentes plantas:

  • Centro comercial (15.000m2), situado en plantas -1, 0 y 1.
  • Hotel de cinco estrellas gran lujo (211 habitaciones), ubicado en las plantas 2 a 5.
  • Viviendas vinculadas al servicio del hotel (25), localizadas en las plantas 6 a 8.
  • Aparcamiento (450 plazas), en las sótanos -4 a -2.  
  
El proyecto mantiene las fachadas de los edificios existentes, e integra algunos elementos interiores de valor en la nueva construcción. Las nuevas fachadas propuestas combinan una lectura individual de cada edificio, con un diseño unitario, propio de un proyecto único. La propuesta se articula en torno a un gran patio que comunica los diferentes usos y permite dotar a los espacios de la ventilación e iluminación necesarias"
 
Las consecuencias
 
En el patrimonio edificado
 
Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que siete edificios históricos en pleno centro histórico de Madrid, dos de ellos de gran valor arquitectónico y considerados piezas importantes de la arquitectura española, van a ser transformados en el cerramiento de un único edificio nuevo a construir en el marco de una operación que no se duda en calificar rehabilitación.
 
Para comprender el alcance de tal extremo deberíamos hacernos la siguiente pregunta, ¿Transformar todo un edificio en parte del cerramiento de otro diferente podría calificarse como rehabilitación? 

Según el diccionario de la RAE:

Rehabilitar: Habilitar de nuevo o restituir a alguien o algo a su antiguo estado. 

Entendemos pues, que para rehabilitar un objeto lo fundamental es que, mediante la intervención rehabilitadora, no se pierda la esencia o naturaleza de ese objeto. Por el contrario este proyecto propone transformar siete edificios históricos en partes del cerramiento, las fachadas, de un nuevo edificio a construir. Estaríamos hablando entonces de transmutar la naturaleza o sustancia de esos objetos en otra cosa. No podríamos, en consecuencia, calificar esta operación como una rehabilitación. 

Un edificio transformado en fachada para ser usado como parte del cerramiento de otro edificio nuevo, perdería definitivamente su condición de edificio al igual que una manzana que se transforma en un edifico perdería definitivamente su condición de manzana, en tanto que agrupación de edificios contiguos dentro del entramado de calles de una ciudad. En ambos casos no podríamos calificar la operación como una rehabilitación sino como una transformación.  

Podemos concluir que transformación y rehabilitación serían términos antitéticos. No existiría transformación sin pérdida de la esencia del objeto a transformar y si la transformación es el objetivo real de este proyecto, tendríamos que concluir que el llevarlo a cabo pasaría necesariamente por la destrucción definitiva de esos siete edificios históricos.

En la calidad del conjunto

Esos siete edificios históricos forman en la actualidad un conjunto único de gran valor arquitectónico, y coherencia formal, tal y como reconoce en la página electrónica del estudio encargado del actual proyecto, dentro del cual destacan dos que estarían considerados piezas importantes de la historia de la arquitectura española, el banco Hispanoamericano de Eduardo Adaro Magro y el edificio de la Equitativa, luego sede de Banesto, de José Grases Riera y José López Salaberry.

La pregunta es obligada, ¿Qué calidad arquitectónica podríamos estimar que tendría ese conjunto tras la intervención planteada?
 
En la actualidad ese conjunto en el que cada pieza, cada edificio, encierra su espacio interior independiente tiene coherencia formal y reconocida calidad arquitectónica. El dimensionamiento y diseño de cada fachada está condicionada por el espacio construido al que envuelve, y este, a su vez, está determinado por la traza del solar en el que se implanta, de la misma forma que un traje de alta costura lo está por las formas del cuerpo que pretende vestir. Sería entonces el mantenimiento de la distribución parcelaria histórica, señalada por los muros medianeros que separan los edificios, lo único que garantizaría la coherencia y calidad de ese conjunto histórico.

Tras la intervención proyectada, de esos siete edificios históricos pasaríamos a tener uno sólo, nuevo y recubierto por siete fachadas diferentes, el aspecto interior y el exterior no tendría ninguna correspondencia ni articulación posible y la coherencia arquitectónica del conjunto quedaría arruinada para siempre. 

Para comprobar la veracidad de esta afirmación podríamos hacernos las siguientes cuestiones:

Una vez eliminados los muros medianeros que limitan el espacio entre dos edificios y en un espacio interior único ¿Qué circunstancia podría justificar el cambio de formas compositivas entre una fachada y la contigua cuando en el interior el espacio es el mismo? ¿Podría explicarse por qué razón termina una particular composición de fachada en un punto determinado del perímetro encerrado y no en otro? Más aún ¿Qué contingencia explicaría la distribución y dimensiones de los paños compositivos de esa fachada al margen del espacio interior al que encierra? En definitiva ¿Qué sentido tendría la composición de la fachada de cualquiera de esos edificios al quedar exenta del espacio construido al que sirve de cerramiento?  

En consecuencia podríamos presumir con cierta seguridad que, tras la intervención propuesta, obtendríamos un conjunto formado por un edificio único que amalgama en su perímetro un surtido de siete tramos diferentes de fachadas históricas al tiempo que se propone un muestrario de recrecidos, uno para cada fachada histórica particular, como forma de limitar el impacto que tendría un recrecido único sobre la colección de esas fachadas utilizadas como cerramiento del nuevo edificio de usos mixtos.

Para hacer más gráfico el alcance de éste extremo, podríamos comparar el resultado de realizar este mismo ejercicio con otras disciplinas.

Imaginemos un restaurante en el que sirven siete platos diferentes revueltos en un solo plato ¿Se mantendría la esencia de cada uno de esos platos en el revoltijo resultante? O bien, preguntémonos por el resultado que podríamos obtener de unir siete trajes diferentes de alta costura cada uno de un autor diferente ¿Se conservaría en el collage final la identidad íntegra de cada diseño? Podríamos seguir probando a escuchar siete canciones sonando al mismo tiempo en un apañado y ahorrativo concierto O bien, tratar de verificar la legibilidad que tendría un libro resultante de unificar bajo un único título capítulos diversos de siete libros existentes ¿Tendría congruencia el libro resultante?

En conclusión podríamos alegar que tras esta intervención la coherencia formal y arquitectónica actualmente existente quedaría definitivamente rota y la esencia de esos edificios destruida. Estaríamos, en consecuencia, asumiendo una doble pérdida del valor del conjunto tras la actuación proyectada.

En el paisaje

El conjunto de edificios en los que se pretende intervenir no es un conjunto aislado cuya posible alteración carecería de efecto alguno en el entorno en el que se levanta. Por el contrario, ese grupo de edificios formaría parte de un sistema ordenado y cualificado cual es el paisaje del icónico tramo histórico de la calle de Alcalá.  

De la misma forma que las fuerzas de la naturaleza han modelado en el tiempo el paisaje natural que nos emociona, este paisaje urbano está ordenado y modelado por las fuerzas de la historia, de la pasión y la voluntad humanas, en su imagen percibimos su orden y su ritmo. La alteración de parte de ese paisaje introduciendo un elemento formalmente ajeno a él, nuevo y distinto, lo arruinaría para siempre. Esta intervención significaría de hecho la introducción de una nueva tipología completamente extraña al orden que estructura el paisaje de la calle de Alcalá y que destrozaría para siempre su melodía. Esa imagen reconocida y con la que nos sentimos identificamos los madrileños y los españoles, al punto de que es todo un icono de Madrid, ciudad capital de España, dejaría para siempre de existir. 
 
Un paisaje no es tan sólo lo que nuestros ojos ven sino lo que percibimos y valoramos a través de la experiencia almacenada en nuestra mente. En este sentido no es lo mismo la valoración que de ese paisaje pueda hacer un fotógrafo, un historiador, o un forofo del futbol. Por lo que cabría preguntarnos por la clase de público iría entonces dirigida esta actuación y a quienes marginamos definitivamente del disfrute de ese panorama.

Este paisaje es soporte material de valores únicos por el legado material que allí, y no en otro sitio, se erige. En este paisaje auténtico encontramos el testimonio material y único de todo un capítulo de la historia de la economía, del arte y de la arquitectura española. Ese paisaje forma parte de nuestra identidad colectiva, los españoles nos identificamos con él en su integridad. Esos edificios no pueden ser reducidos a ser las simples fachadas tematizadas del decorado de un parque de atracciones, Madrid no es Las Vegas por mucho que se empeñen sus excelencias.

Conocemos de sobra las consecuencias irreparables de decisiones arbitrarias. La destrucción de la armonía de la plaza de Colón o la plaza de la Villa de París tras la demolición de la Casa de la Moneda y el palacio de Medinaceli. El paisaje alterado de la puerta de Alcalá tras la elevación de la Torre de Valencia. Los erigidos y luego suprimidos pasos elevados de Atocha, con los costes de elevarlos y desmontarlos y la consecuente degradación del entorno de la plaza mientras estuvieron en pie.

Es amplia la lista de próceres cuyas decisiones han provocado éstas pérdidas irreparables, Mayalde y la destrucción de los palacios de la Castellana, Arias Navarro y la Torre de Valencia, Álvarez del Manzano y la destrucción de los laboratorios Jorba de Fisac a cambio de la ñoña estatuilla de la florista de Alcalá… ¿Debemos sumar a la señora Botella al tan particular elenco?

Este paisaje de la calle de Alcalá en su actual estado ya genera beneficios, es parte de lo que el turista de cualquier condición viene a disfrutar de Madrid. Y ese beneficio se reparte entre todos los ciudadanos de esta ciudad. Ese histórico cuadro es, en su integridad, todo un recurso económico del que no nos pueden obligar a prescindir, pues para restablecer tan sólo la armonía perdida tras la intervención proyectada habría que repetir la operación con el resto de edificios de la calle de Alcalá o bien revertir los efectos causados por la intervención actualmente planteada. ¿Con qué recursos podríamos entonces restaurar su valor? ¿Acaso con cargo directo al contribuyente o quizás emitiendo más deuda? 

Con esto último queremos hacer notar que deberíamos sumar nuevas pérdidas a las ya apuntadas en nuestra contabilidad, a saber, la armonía de ese paisaje histórico y los cualificados valores que contiene su calidad de testimonio material de nuestro pasado colectivo.

En la legalidad

El despotismo tácito en el apresurado cambio de legislación a la carta consumado tras la compra de los inmuebles por su actual propietario, tan revelador de un régimen que se ha despojado de mecanismos de control mínimamente eficaces que puedan enfrentar esa arbitrariedad, es toda una ilustración del respeto que la propia legalidad les merece.

Dos de los edificios afectados por la operación que estaban protegidos por sendos expedientes de declaración como “Bienes de Interés Cultural”, han sido repentinamente sustraídos de tal consideración sin que en esos edificios se haya producido cambio alguno que justifique tal modificación.

Los derechos de los ciudadanos a su patrimonio histórico y a su paisaje han sido abusados para primar los de un particular con la consecuente inseguridad jurídica que éste desafuero conlleva. En consecuencia ¿A quién iría dirigido este legado que nos proponen a los madrileños o a unos madrileños en particular?

En las instituciones
 
Tras el desplante a las alegaciones que han interpuesto sobre el particular nuestras propias instituciones consultivas como la Real Academia de Bella Artes de san Fernando ¿Qué respeto podría merecer dentro de España o en el extranjero la opinión o posibles disposiciones de una institución consultiva cualificada como lo es la Academia de San Fernando si sus alegaciones al respecto de este asunto particular no son cuestionadas sino directamente desestimadas?

Nuestro laudo

Estimamos que el señor Villar Mir erró en su juicio. En ésta operación no compró suelo. Adquirió un espacio muy cualificado que contendría una significativa suma de valores o esencias, un espacio que es soporte de nuestra historia colectiva con la que nos identificamos, que es parte de nuestra identidad.

El cielo contra el que se recortan esos edificios es parte de nuestro paisaje. 

El espíritu, talento y empeño de los arquitectos que los proyectaron es parte de la historia de nuestro arte. 

El señor Villar-Mir no nos puede expropiar de todo eso por muchos títulos de propiedad que tenga sobre el suelo que le sirve de soporte, no es el dueño de todo eso, ni todo eso es sólo suelo.
¿Va a borrar de un plumazo el señor Villar Mir, con la inopinada aquiescencia del Ayuntamiento y del Gobierno de la CAM, el legado hecho paisaje de todo un capítulo de la historia económica de España? 

¿Va a destruir, convirtiéndolos en sendas máscaras, dos de los edificios más destacados de ese período de la historia de la arquitectura española? 

¿Va a arruinar con recrecidos la línea del cielo contra el que se recortan esos históricos edificios? ¿Va a destrozar para siempre la melodía con la que vibra el orden en ese paisaje?
¿Quizás sólo porque desconoce que lo que ha comprado es algo más que suelo?

Es casi inconcebible que el anterior propietario -un banco- no supiera nada acerca de los valores que residían en esa propiedad que mantenía como un activo más. Peor aún, si ni siquiera han sabido poner digno precio a esos valores, ¿Cómo consiguen estimar el posible valor de cualquier otra cosa? 
Señores,

En aceptando su legado accederíamos, en consecuencia, a permitir que ustedes alteren irreversiblemente un paisaje histórico, a que destruyan un conjunto de edificios de alto valor arquitectónico y a que deshonren la belleza, la arquitectura y el paisaje. Admitiríamos resignarnos a que nos expropiaran de nuestra identidad y de nuestra historia, y les consentiríamos menoscabar nuestras instituciones, dañar la legalidad, y ofender la honestidad política y la excelencia empresarial.

A cambio de 3000 ó 5000 puestos de trabajo, muchos de ellos temporales y de baja cualificación…

No queremos su legado señores.